
Es un traidor dicen de Andrea Collarini (reciente finalista Junior del Roland Garros, 18 anos, nacido en Nueva York, pero formado tenisticamente en Argentina donde transcurrió los últimos 15 anos de su vida) porque acepto un contrato de parte de la Asociación de Tenis de Estados Unidos para mudarse, junto a su entrenador, a ese país para seguir su carrera deportiva. La condición es que represente a Estados Unidos.
Mas allá de las conveniencias económicas y deportivas para Andrea (que esta en momentos claves para su futuro ya que debe tomar el difícil paso, y sin ninguna garantía, para convertirse en profesional) y de las quejas de la Asociación Argentina de Tenis, habrá que preguntarse si AAT no tiene lecciones que aprender. El sistema Americano en general (académico, deportivo, etc.) parece especializarse en identificar talentos den el mundo entero y captarlos para si ofreciéndoles posibilidades que en sus países no tendrían o que les costarían muchos sacrificios. En el mundo académico el Caso de Leloir es paradigmático y a menudo citado como hombre que no se desprendió de la patria, premio Nobel pero con un eterno guardapolvo con agujeros. No merecen los deportistas, como los científicos, un premio justo al nivel de sus logros y la posibilidad de disfrutarlos en la forma de recompensas tangibles más allá de los honores? No será mejor preguntarse porque tantos tenistas (Gabriela Sabatini, Cañas, Clerc etc.) han emprendido el camino al norte? Son traidores todos los deportistas Argentinos que juegan en el extranjero?
Cerrar puestas no parece ser la mejor de las opciones. Tal vez el paso de Andrea a profesional sea traumático y no pueda superar esa gran barrera, quizás (ojalá) nó. Porque no aprovechar la circunstancia, festejar que un talento tendrá otras oportunidades, y mantenerle las puertas abiertas.
Tal vez el mejor resumen lo dió el correntino Agustín Velotti, ganador del Roland Garros Junior de este año (venciendo precisamente a Colarini): “No importa nada, es mi amigo.”
Besos